viernes, 30 de enero de 2015

Cuando, después de bastante tiempo, te reinstalás en mi memoria es difícil sacarte de ahí. Es como que venís con una sillita y te encadenás en huelga sobre mi cerebro, y no te vas, te quedás ahí estando presente en cada uno de mis pensamientos, recordándome que mi banda favorita no es realmente mi banda favorita, sino que era la tuya y yo la adopté, o que esa manía por los lentes no la desarrollé por mi cuenta, sino porque vos los usabas. Por esas cosas es complicado que te vayas, porque siempre estás en las cosas chiquitas, y es como que los demás no lo entienden, no entienden porqué me seguís importando tanto, pero vos fuiste especial y siempre lo vas a ser, porque me hiciste sentir mariposas.
Y después de hacerme llorar un poco, te vas, por un tiempo, te tomás vacaciones de mi cabeza, me dejás respirar un rato, me dejás sentir y pensar en gente que no sos vos. Me das un recreo de tu constante presencia, mi cerebro te adormece y entonces creo que te estoy olvidando, para que después de un tiempo simplemente vuelvas a aparecer.


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